Ya no existe ese vacío que había antes. Me siento liberado. Ha mejorado mi optimismo. Tomo decisiones más satisfactorias. Sé lo que activa mi energía. He aprendido “cosas” que siempre han estado ahí pero que nunca les había hecho caso. He ampliado mi visión de la vida, de mí mismo, de las personas de mi alrededor. Éstas perciben al “nuevo David” y me han dicho cosas que antes no eran posibles. Pero lo mejor es que me vale con sentirme yo mismo diferente.
He conseguido el equilibrio que me faltaba conmigo mismo y con los demás; también con lo que pienso y hago en mi vida. Ese equilibrio que siempre he buscado y que he descubierto que está en mí.
David Fouz